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La magia del edificio del Círculo Ecuestre de Barcelona
1856, esa es la fecha de fundación del Círculo Ecuestre de Barcelona, toda una institución en la época conocida ahora como uno de los clubs más selectos de la ciudad y un edificio singular digno de conocer.
El Círculo Ecuestre, en el 169 de la calle Balmes esquina con Diagonal, en la Zona Alta de Barcelona, fue erigido por un grupo de catalanes aburguesados amantes de la hípica. Sin embargo, no siempre mantuvo esta ubicación, de hecho, pasó por varios enclaves de la ciudad condal antes de instalarse en el magnífico edificio que ocupa hoy. Uno de estos antiguos enclaves, quizás el más relevante, situó al Círculo Ecuestre en el Paseo de Gracia y fue inaugurado nada más y nada menos que por D. Alberto Rusiñol i Prats y Alfonso XIII en 1926, no en vano, el Círculo reunía a muchas de las grandes personalidades catalanas de aquella época. La sede no llegaría a la calle Balmes hasta 1950, tras la Guerra Civil.
El inmueble que ocupa desde entonces el Círculo Ecuestre forma parte de ese grupo destacado de viviendas dignas de ser admiradas no solo por dentro, sino por fuera.
El que hoy nos atañe perteneció a la familia Pérez Samanilla, una casa señorial de estilo afrancesado y detalles modernistas como demuestran su fachada, el magnifico recibidor con imponente escalera en espiral o los salones Dorado y Gris, a la que posteriormente se han añadido nuevas instalaciones a fin de modernizar la institución y ampliar sus posibilidades de uso.
De hecho, gracias a estas ampliaciones, el Círculo cuenta ahora con una dilatada oferta de salones para todo tipo de eventos como ponencias, foros, presentaciones, etc.; servicio de restaurante a disfrutar en cualquiera de sus salones o en la terraza del edificio, gimnasio y piscina reservados para sus más de 1.500 socios.
La que fuera en su día una maravillosa vivienda unifamiliar, ganó en 1911 el primer premio del concurso anual de edificios artísticos organizado por el Ayuntamiento de Barcelona. No es de extrañar, los frescos en los techos, vidrieras, detalles labrados en madera y su original ventanal exterior de forma ovalada conocida como “la pecera” confirieron a este palacete un aire distinguido y exclusivo que aún hoy conserva.
Merece la pena entrar solo por ver el pasamanos de su imponente escalera en el vestíbulo o tomarse un café en el bar del inmueble y experimentar así la extraña sensación de viajar hacia atrás en el tiempo.
Manuel Yais 656 335 332
Información patrocinada por Inmofinders especialista en pisos en la Zona Alta de Barcelona
Fuente de las imágenes: circuloecuestre.es, estilosdevida.bolsamania.com